L a antigua estación de ferrocarril estaba a unos cien metros del pequeño pueblo donde residía con mis padres y mi hermana mayor que había terminado recientemente su carrera de medicina.
Tenía que comenzar mis estudios universitarios. Siempre me había atraído la Química y estaba decidido a realizar mi carrera en una universidad pública pero mis padres no podían costearme la carrera en la ciudad, a ciento veinte kilómetros de mi casa, así que opté por matricularme en la Uned que existía en Toscala a solo veinte kilómetros y muy bien comunicada por un tren de cercanías llamado el “naranja” por el color que dominaba en sus vagones.
Una calurosa tarde de Septiembre tomé el “naranja” que me había de llevar a la Uned de Toscala. El viaje duraba apenas veinte minutos. Al tomar asiento en mi vagón, casi vacío, vi un libro que al parecer alguien había olvidado en el asiento de enfrente. Lo cogí y empecé a ojearlo, se trataba de un breve manual de historia de España, muy sencillo pero muy ameno, de fácil lectura.
Sin duda el que abandonó u olvidó allí en libro era una persona inteligente. A pesar de su sencillez, sus páginas estaban con párrafos subrayados y con varias notas escritas en los estrechos márgenes.
Viendo el libro, llegue a mi destino sin notar que el tiempo había pasado. Podía haberme llevado el libro, pero lo dejé por una especie de solidaridad cultural para que otro lo encontrara. |