A ti nube, que haces que el sol se esconda a mis ojos.
A ti, que me has enseñado a ver en la oscuridad al amigo, a ese que jamás abandona, al dolor que en mi juventud temía y que ahora guardo en mi corazón como tesoro para conseguir el cielo prometido.
A ti nube, que me llevas al descanso al pensamiento, al rincón de mi tiempo efímero y perdido.
Al conocimiento de mi alma, ese conocimiento tardío esperanzado para quererme como a un niño recién nacido.
A ti amiga que con lluvia salada riegas mi cara en la soledad de la noche, pero no amarga, noche de encuentro con la luz del alma y la luz que hay en los adentros que creímos que no estaba.
Ahora la siento, la veo, eres antorcha que nunca se apaga, la que nos hace ver en el fondo lo mucho que nos amas.
A todos los que vivieron, viven y vivirán esa nube enamorada, especialmente a mi esposo y mi hermana. |