M i pregunta: ¿Merece la pena ayudar a los demás?
Esta es la pregunta que me ha impuesto una reflexión y aún no lo tengo muy claro.
Los que intentan vivir con convicciones, procurando ser atento a los demás, controlando sus emociones para tener juicio, no son muchos.
El mundo es un océano a donde se encuentran peces frágiles, se unen en muchedumbre y siguen al barco necesitando el pez piloto para saber a dónde ir. Otros son tiburones, depredadores que cazan sin piedad para llenar un apetito sin límites. Otros viven en pequeñas manadas como los delfines, inteligentes, sensibles y con alegría se acercan del hombre para jugar, ayudar y se empalan a la hélice de los barcos, mirando con horror, incomprensión y tristeza uno de ellos herido a muerte.  María Águila de Domecq, impartiendo una conferencia
Por fin unos raros, solitarios viven en los abismos, aislados y en la sombra, crecen fuertes y invulnerable pero lejos de cualquier signo de vida.
Dentro la noche profunda de la soledad, miran de vez en cuando encima, soñando al sol pero vuelven a la oscuridad adonde ningún peligro les amenaza.
Así es el mundo y podemos ahora entender que la convivencia sigue siendo imprescindible pero peligrosa y complicada.
¿Puede un delfín seguir el banco y hacerse amigo con una sardina?
¿Puede un delfín cazar a muerte dejando marcas de dientes en la pierna de un nadador?
¿Puede vivir un delfín en los abismos?
Un delfín no puede cambiar la realidad del océano, pero no se puede cambiar a un delfín. Así es la vida cruel y infinitamente apasionante, las "plegas" que nos regala la vida permiten reforzar nuestras convicciones, ¿si no tendrías enemigos como podrías reconocer amigos de verdad?
Nietzsche lo dice muy bien: lo que no te mata te hace más fuerte.
Cuesta un disparate aceptarlo, y duele como una puñalada, la verdad no es fácil conquistar. No lo entendemos perdidos dentro del caos de nuestras emociones.
¿Por qué yo?
Esta pregunta no tiene repuesta ¿verdad? Y nos la preguntamos como una letanía, pensamiento obsesivo que nos transforma en siego.
Me pasan estas cosas y doy la vuelta, me pongo en el positivo, sigue una pequeña cicatriz seguro, pero no siempre piensas en tus cicatrices ¿verdad?  María Águila junto al diestro Víctor Méndez
De vez en cuando las miras y piensas: Por Dios, este día me lo recuerdo, fue horrible, como he sangrado, pero ya no te duele... Una cicatriz deja sólo un recuerdo...
Además esta cicatriz significa experiencia, aprendizaje, sabes más y ya vigilas más.
Las heridas de los enemigos hace al samurái más fuerte, más valiente, más atentó, más humilde. Significan que han combatido, luchado, ha intentado cosas... El cobarde se queda atrás, sano y salvo pero miedoso, angustiado, auto centrado en la idea obsesiva de no perder nada... Su corazón se seca, su mente se oscurece y muere a los demás y a sí mismo.
El guerrero intenta, inventa, descubre otros paisajes, sufre y vuelve más fuerte, más luminoso. El día de su muerte lo deje todo sin lamentos, porque lo ha intentado todo.
Aún duele este camino, creo que es el mejor e intentaré seguirlo al lado de algunos delfines de mi manada. |