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Autor: María Águila de Domecq, terapeuta.
20/03/2013
UNA CICATRIZ, UN RECUERDO

M

i pregunta: ¿Merece la pena ayudar a los demás?

Esta es la pregunta que me ha impuesto una reflexión y aún no lo tengo muy claro.

Los que intentan vivir con convicciones, procurando ser atento a los demás, controlando sus emociones para tener juicio, no son muchos.

El mundo es un océano a donde se encuentran peces frágiles, se unen en muchedumbre y siguen al barco necesitando el pez piloto para saber a dónde ir. Otros son tiburones, depredadores que cazan sin piedad para llenar un apetito sin límites. Otros viven en pequeñas manadas como los delfines, inteligentes, sensibles y con alegría se acercan del hombre para jugar, ayudar y se empalan a la hélice de los barcos, mirando con horror, incomprensión y tristeza uno de ellos herido a muerte.


María Águila de Domecq, impartiendo una conferencia

Por fin unos raros, solitarios viven en los abismos, aislados y en la sombra, crecen fuertes y invulnerable pero lejos de cualquier signo de vida.

Dentro la noche profunda de la soledad, miran de vez en cuando encima, soñando al sol pero vuelven a la oscuridad adonde ningún peligro les amenaza.

Así es el mundo y podemos ahora entender que la convivencia sigue siendo imprescindible pero peligrosa y complicada.

¿Puede un delfín seguir el banco y hacerse amigo con una sardina?

¿Puede un delfín cazar a muerte dejando marcas de dientes en la pierna de un nadador?

¿Puede vivir un delfín en los abismos?

Un delfín no puede cambiar la realidad del océano, pero no se puede cambiar a un delfín.
Así es la vida cruel y infinitamente apasionante, las "plegas" que nos regala la vida permiten reforzar nuestras convicciones, ¿si no tendrías enemigos como podrías reconocer amigos de verdad?

Nietzsche lo dice muy bien: lo que no te mata te hace más fuerte.

Cuesta un disparate aceptarlo, y duele como una puñalada, la verdad no es fácil conquistar. No lo entendemos perdidos dentro del caos de nuestras emociones.

¿Por qué yo?

Esta pregunta no tiene repuesta ¿verdad? Y nos la preguntamos como una letanía, pensamiento obsesivo que nos transforma en siego.

Me pasan estas cosas y doy la vuelta, me pongo en el positivo, sigue una pequeña cicatriz seguro, pero no siempre piensas en tus cicatrices ¿verdad?


María Águila junto al diestro Víctor Méndez

De vez en cuando las miras y piensas: Por Dios, este día me lo recuerdo, fue horrible, como he sangrado, pero ya no te duele... Una cicatriz deja sólo un recuerdo...

Además esta cicatriz significa experiencia, aprendizaje, sabes más y ya vigilas más.

Las heridas de los enemigos hace al samurái más fuerte, más valiente, más atentó, más humilde. Significan que han combatido, luchado, ha intentado cosas... El cobarde se queda atrás, sano y salvo pero miedoso, angustiado, auto centrado en la idea obsesiva de no perder nada... Su corazón se seca, su mente se oscurece y muere a los demás y a sí mismo.

El guerrero intenta, inventa, descubre otros paisajes, sufre y vuelve más fuerte, más luminoso. El día de su muerte lo deje todo sin lamentos, porque lo ha intentado todo.

Aún duele este camino, creo que es el mejor e intentaré seguirlo al lado de algunos delfines de mi manada.

 
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  Autor: Cristina 21/03/2013
  Hola María,

¿ Merece la pena ayudar a los demás ? ... si partimos de la premisa que esa ayuda es para hacer un bien – es decir, que no vamos a ayudar a otro a cometer algún tipo de maldad - , LA RESPUESTA ES SÍ, aunque después los ayudados, sean – como dice un dicho de mi tierra – como “la vaca empantanada, que una vez que la sacás del pantano, después te da la cornada”.

La vida te demuestra que no todos son así, es más ... la mayoría no es así, quien más, quien menos ... la mayoría es agradecida por lo tanto siempre y cuando menos, habrá alguno ... que en lugar de “la pena” ... valga “la alegría” de haberlo ayudado. Y este seguramente, nos dará satisfacciones.

Pero el tema de ayudar o no ayudar ... no radica en lo que a posteriori “se supone” que nos debería dar ... como ser ... agradecimiento, satisfacciones, reciprocidad ... porque hay que dar ... ayudar ... sin esperar nada a cambio; sino que radica, en algo que ya en el mismo momento que nos nace del corazón ayudar a alguien, se nos presenta ... y eso es la dicha inmensa de saber que estamos haciendo el bien a alguien ... Esto, y te habrá sucedido, estoy segura ... nos pone en un estado, que algunos llamamos simplemente “felicidad” ... Felicidad por haber sido útiles, felicidad por haber servido para algo, felicidad por haber devuelto de esta cierta manera que hemos elegido, lo que Dios nos regala todos los días, para compartir ... Felicidad porque cada vez que ayudamos a alguien, sentimos que hicimos el bien y no el mal ... y ésto, a la larga o a la corta SIEMPRE nos beneficia ... porque nos deja con el alma tranquila, en paz ... porque cuando pudimos, cuando estuvimos ante la alternativa de hacer o no hacer un bien, ELEGIMOS HACERLO invirtiendo nuestro amor y nuestras ilusiones en lograr algo mejor para otra persona y en definitiva, como decía Facundo, “para el barrio” ... porque para que la felicidad sea permanente en nuestra vida, no tiene que haber gente que sufra por cosas remediables.

¿ Cómo explicarme ... ?. Yo puedo ser súper felíz ... como el pez del oscuro abismo, no necesito nada ... no me falta nada ... pero vivo apartado y solo, lejos del Sol a quien nunca voy a tener el gusto de conocer ... si esto es suficiente para mí ... como seguramente lo será para el pez del oscuro abismo ... ¡ fantástico ! ... pero lo real es que a los humanos, a menos que padezcamos algún tipo de patología, quien más ... quien menos, nos hace sentir mejor el contacto con los demás ... por ejemplo, nos gusta escuchar a alguien cantar, nos gusta leer un libro que alguien escribió, nos gusta ver un cuadro que alguien pintó, nos gusta vestir la ropa linda que alguien confeccionó, nos gusta comer la comida rica que alguien preparó, nos gusta conversar con alguien cuya charla nos resulta interesante, nos gusta la compañía de alguien, nos gusta vivir en la casa que alguien construyó, nos gusta ganarnos el pan y el derecho a la vida, con un trabajo digno que nosotros mismos o alguien nos provee ... y si tenemos todo esto, somos felices ... y si hay otras personas, a las que también le gustan todas estas cosas, PERO que por el motivo, razón o causa que sea, no tienen acceso a ellas, y sufren por eso ... bueno, en el momento que esas personas y nosotros nos crucemos ... en ese momento nuestra aislada felicidad, si tenemos un mínimo de empatía, se nos hace añicos ... ¿ porque quien puede seguir como si nada, por ejemplo comiendo un rico sándwich ... mientras observa como un niño ó un anciano, levanta la tapa de un basurero y busca algo dentro, para comer ?. Seguramente que nadie ... ¿ Quién puede seguir disfrutando de la música, si la bala loca de una asesino – que es asesino, porque seguramente nadie le dio motivos para ser mejor cosa – te mató al cantor que con su trova, su música, te deleitaba ? ... ¿ Cómo disfrutar del techo que te cubre, si sabés que ahora mismo hay un enfermo bajo un techo de chapa o de cartón o a la intemperie que está muriendo de frío o calor ? ... ¿ cómo disfrutar de este vaso de agua, fresca y limpia ... si hay millones que mueren con los labios partidos y llenos de parásitos y pestes por no tener una gota de agua limpia para beber ? ...

Bueno, para no seguir describiéndote pálidas ... que por demás conocerás y que nos suceden a los humanos ... como a los delfines, les suceden las hélices de un barco ... creo que SI VALE LA PENA AYUDAR A LOS DEMÁS ... sobre todo, si con esa intervención, hacemos que al menos una de estas “pálidas” de cosas que otro padece, se atenúe ... o mucho mejor, ¡desaparezca!.

Y sí ... supongo que un delfín, puede ser amigo de una sardina ... ¿ por qué no ? ...

Y los tiburones, a diferencia de sus homónimos, los “tiburones humanos” ... no son “despiadados depredadores” ... sino que son criaturas, tan válidos, como los delfines o las sardinas, dotadas para mantener en equilibrio la naturaleza de la vida en el mar.

Distintos son los “tiburones humanos” ... que esos sí, son seres despiadados y de apetito voraz e incomprensible ... que arrasan con todo y que en lugar de tender a producir un equilibrio en la sociedad, tienden a producir injusticias y desequilibrios cada vez más pronunciados, que atentan no sólo contra los demás, sino contra el planeta todo ... y contra ellos mismos, aunque a ellos les parezca que no.

¡ En fin ! ... espero haber entendido lo que dijiste ... y haberme explicado, en consecuencia.

Un abrazo.

Cris