E l amor vendría a ser como un barco, que navega sobre su mar, o alguna metáfora similar, cuando el amor se termina, aquel barco se hunde, ¿cómo volver a amar? si no se tiene nada para poder nadar sobre aquel océano, pretender cruzar a nado seria una opción, aunque algo cansadora y descabellada, cuando nos hundimos, no solo conocemos el mar desde otra perspectiva, ya que desde el fondo las cosas no son tan brillantes, ni tan claras como lo eran desde arriba, tenemos algo de tiempo para pensar mientras intentamos salir a flote para no perder el poco de cordura que nos pueda quedar debido a la falta de oxígeno que comenzamos a sentir.  Recuerdo algunas travesías en mi vida, por océanos pasados, aquellos oscuros y fríos fondos, llenos de criaturas sabiondas que intentaban darme consejos de cómo podría de alguna manera recapitular mi vida y volver a encontrar aquélla luz que me guíe, que tanto yo, supuestamente, creía extrañar. Recuerdo que en aquel entonces, sentado sobre una piedra, muy al fondo del mar, sin ganas ni de flotar ni nadar, un cangrejo me desafiaba a que volviese a amar, por sobre mi hombro lo observaba y pensaba, pobre cretino, qué sabe, el único parecido que tenia con aquel insecto, supongo que era su coraza, de una manera distinta, pero también envolvía una parte vital de mí en aquellos días, vete de aquí bicharraco, le dije, algo ya molesto, ¿Quién eres tú para darme consejos? si ni siquiera eres capaz de caminar recto por la vida, te veo caminando de lado la mayor parte del tiempo, no sé si vienes o qué, al parecer para ti, el concepto de línea recta no tiene significado ¿no?, el cangrejo creo que detectó mi ironía y me miró fijamente mientras hacía sonar sus tenazas. ¿Sabes? me dijo, camino de lado porque aquí he tenido mucho tiempo para pensar, y en algún momento, al igual que tu, me gustaba ir preciso y conciso a los lugares, aplicando que la distancia más corta es la línea recta, es entendible en lo acelerada de la vida, pero descarté aquella opción porque cuando decidía ir recto, siempre las distancias eran mayores, a veces buscaba ayuda en el horizonte, sin darme cuenta que simplemente moviéndome hacia un lado, tenia gente a la cual yo le importaba, me di cuenta que no importa lo que tarde en llegar a un lugar, lo más importante es que yo haya sido capaz de transformarme en parte de mi propio camino, en que mi andar haya cambiado la vida de las personas, que yo no haya sido un individuo más que pasa raudo y veloz por frente de tus narices, que a los cinco minutos ya no eres capaz ni siquiera de recordar el color de su cabello, mi recuerdo debe permanecer en la gente que me importa, y si algún día me han de olvidar, que sea con la lentitud mas abismal posible, así quizás tendré el tiempo para remediar aquel olvido. 
Tú haz lo que quieras, me decía el cangrejo con voz firme, al final de cuentas, al igual que este abismo en el que estas, al fondo, muy al fondo de tu corazón sabes perfectamente que debes hacer, o cuanto más esperar para cambiar tu propio destino, puedes seguir tratando de nadar, sin mover tus brazos, pero mucho no avanzaras, puedes seguir esperando sentado sobre esta roca, algún día quizás ésta flote y te lleve a la superficie, ¿no? Esto último me lo dijo con la misma ironía que había yo usado en su contra a un comienzo del diálogo.
Además, esta coraza que llevo, la tengo desde que existo, es parte de mí, en cambio la tuya es porque tú has decidido encerrarte en ella, si mi coraza se rompe, yo muero, si tu coraza se rompe tu vives, esa es la diferencia, e hizo sonar por última vez sus tenazas, mientras desaparecía entre las rocas. |