a primera pregunta que todo el mundo me haría ahora, en esta presentación ante todos ustedes, amables lectores de esta Web en honor a Cabral: ¿A qué te dedicas? Pues desocupo mí tiempo -que en estos momentos está bien estar desocupada aunque sea en algo para poder subsistir en la parte material y para cubrir las primeras necesidades de éste mundo- desocupo mi tiempo como auxiliar administrativa buceando para encontrar albaranes archivados en el anaquel de mi alma, por supuesto, en todo aquello que tenga que ver con la vida que es la fuerza motriz de mi existencia.
Pero lo ocupo jugando a vivir, pese que a veces mi mente se pierde en las instrucciones pero mi alma le recuerda que no se debe preocupar, que no coja más responsabilidades que las de estar al servicio del Ser. Y, como decía Facundo Cabral, cuido mi presente porque es la estación donde pasaré el resto de mi vida.
Ocupo mi tiempo escribiendo, leyendo, bailando, sintiendo la música, haciendo teatro- aunque prefiero el teatro de contacto con el público y no el de cuarta pared-, jugando con mi gatita Aisha (tiene menos de un año), jugando a conocer y leer el lenguaje de la vida, ésas palabras que son señales que se unen para crear frases que se convierten luego en vivencias.
Me divierte pasar desapercibida por la calle y escuchar las gotitas de verdad que cada persona deja salir de sus labios y a veces no da importancia. Descifrar las casualidades que surgen con la libertad y la espontaneidad con la que la naturaleza actúa. Como explico, constatar la libertad de los demás es certificar la mía propia; ese juego que es la vida y en el que tanto me queda por aprender.
Ver como el fino hilo del destino se teje, se hilvana invisible con decisiones equivocadas por la mente para permitirnos encontrar nuestra luz en la sombra y aceptar nuestras responsabilidades, para que el ego sea sólo un acompañante al servicio del plan del alma. Aprender de esas decisiones menos acertadas para cuando se acierta por discernimiento, confiar en el destino, jugar juntos y dejarnos jugar con él, con la luz, creyendo en el paso a paso firme de la sístole y diástole de nuestro corazón, de nuestro instinto/intuición cuando está en comunión con nuestro Ser para no llegar a ninguna parte material y en cambio ser un mundo interior lleno de paisajes vividos.
Deseo seguir siendo lo que mi alma ha venido a ofrecer a mis semejantes, justamente ante ellos y para ellos seré la que siempre quise ser, tarea apasionante que me permite vivir llena de ilusiones.
Las personas que escribimos y escribiremos, aprenderemos de nuestros relatos y de los relatos de los demás. Nos miraremos en los espejos ajenos para reconocernos, para conocernos, para dar voz al papel que pensó que había muerto cuando se quedó dormido en el cajón del escritorio. Sé que trabajando diariamente conseguiré las fuerzas necesarias para realizar mi servicio en el terreno del arte, para compartirlo con mis compañeros y compañeras de camino.
Un amigo me explicaba que sus otras amistades siempre le hablaban de sus cosas y él quería que un día alguien le escuchara, a lo que yo le contesté:
-¡Pero si ya sabes que puedes contar conmigo¡ ¡Yo siempre te escucho cuando no hablo de mi!
Se puso a reír y me contagió la risa. (¡Que ningún médico encuentre la vacuna contra ése contagio!). La sonrisa es lo que me ilumina, la sonrisa de veras, la que nace desde el fondo del alma y que contagia al Ser.