ntes que nada, justo es presentarme agradeciendo la oportunidad que me dio la vida de conocer esta página creada por seres de extraordinaria sensibilidad como Luis Pla Ventura e Ingrid Matta y, a su vez, haber conocido a un amigo del compinche como él lo llama: Carlos Requejo. Ellos, Pla Ventura e Ingrid, dos a personas que ilustran, sostienen, alimentan, posibilitan el encuentro y la conexión espiritual que nos une con la filosofía de vida del gran maestro del alma llamado Facundo Cabral. Ellos lograron, desde el primer día esta comunión tan especial entre todos los participantes en la página, así como en la interrelación que más tarde se produce con los lectores.
Soy argentina, nacida en Misiones, tierra roja atrapada en naturaleza viva, clima tropical, habitada por un enorme crisol de razas, generaciones de inmigrantes europeos, con la mezcla de los legítimos dueños los indígenas guaraníes, donde confluyen las profundidades del agua en cascada, vegetación exuberante, indómita selva, un sol luminoso e impiadoso con el trabajador incansable de hacha, machete, abriéndose paso en la selva, y dando la vida por los suyos. Soy hija, hermana de uno de ellos, que han dejado su esencia, su sabiduría ancestral, humildemente domesticada, no aplacada gracias a Dios, porque tuve la fortuna de formarme, instruirme y decidir en libertad ser profundamente humana, atravesando cambios y perdidas insustituibles como el amor de una madre, la calidez de un hogar, el sostén de una familia, a la edad en donde todo debería ser juegos, inocencia y disfrute.
Estoy en esa tarea……instalada…. ojala lo logre…. y aquerenciada aquí en Buenos Aires, donde nacieron dos hijas hermosas que me ofrendó Dios.
Mi profesión de hace casi 4 años licenciada en terapia ocupacional, a la que llegué no por casualidad, era una vocación dormida, aletargada por muchas oscuridades internas y por acción despiadada y ahora lo sé aleccionadora de otros, a los que agradezco.
Mi labor diaria, donde elegí especializarme, es cuidados paliativos; trabajo en un equipo de profesionales compasivos con abordaje holístico, humano, de calidad eficiente, que recorren un camino sinuoso, no fácil, pero si hermoso , contactarse con el dolor, aprender diariamente de la vulnerabilidad de la condición humana, atravesar las fronteras de nuestras propias creencias, valores, rescatar la singularidad de cada persona, reconocer nuestros propios límites, desarrollar nuestro potencial máximo, apoyarnos y apoyar al prójimo respetando sus modos, ideas, y estilos de afrontamiento, recorrer la angustia , la desazón, ante una situación limite como son las enfermedades que limitan profundamente o amenazan la vida e integridad de las personas, avanzando a ese lugar al que todos, absolutamente todos llegaremos: la finutud humana.. Pero también y siempre celebrando la experiencia maravillosa de recorrer esta vida celebrándola.
Mi labor diaria es estar al lado y en vereda del sufriente, acompañándolo, facilitando el camino, adaptando ambientes humanos y no humanos, posibilitando la autonomía en cada uno de ellos no solo de acción sino de decisión, centrados en la persona como eje de cambio ante una realidad devastadora, llegar a la profundidad del ser humano, desatando nudos, aliviando y si cabe aligerando el viaje, aprendiendo con ellos siempre, cada día, cada minuto, desaprendiendo teorías y modelos académicos, rescatar la singularidad de ser antes que hacer, uniendo vínculos rotos si eso pesa, tendiendo puentes, posibilitando la capacidad de ser recipientes, incluyendo e integrando culturas, alentando el perdón, estimulando la expresividad de la alegría, derribando murallas, donde está instalado el egoísmo y la vanidad, canalizando la bondad, viviendo la simpleza de estar vivos y absolutamente agradecidos.
Esta hermosa profesión me brindó la maravillosa experiencia de trabajar desde hace un año con la discapacidad visual: ciegos y disminuidos visuales (léxico aplicada aquí en argentina y otros países) y quiero aclarar, conviviendo diariamente con estas personas que no se sienten discriminadas por no ver porque ya han atravesado el camino de la aceptación, o el nombre que llamemos a esa no funcionalidad. Sienten la discriminación de la sociedad por falta de información, por no saber. Que a veces roza la ignorancia, que me hago cargo, es no importarnos en pensar en el otro. Nadie está o permanece exento a que nos pase lo mismo.
Este viernes último acompañe a un grupo de ellos al concierto que da el maestro en el ND Ateneo. Sentí la explosión maravillosa de emociones que solo produce una persona que como Facundo Cabral puede hacerlo. Se lo percibió, sufriente pero feliz, dándose con el alma, el espacio físico colmado, en muchos instantes de las dos horas que transcurrió el espectáculo, el clima era de unción, de sagrado silencio, hasta podría decir que llegaban al éxtasis que solo produce la quietud del espíritu preparándose, o sea meditando, para continuar la lucha denodada que posibilita la experiencia de pasar por esta vida, dejando lo mejor de cada uno.
La mirada del no vidente o ciego, estoy segura es una construcción que realizamos los que somos videntes, ellos perciben el mundo con el tacto que no es lo mismo que el contacto, y con el apoyo de sus habilidades cognoscitivas, que les permiten interpretar el mundo con mayor registro de lo intangible si cabe, acariciar y tocar las hebras más sensibles de la experiencia humana. Espero puedan “ver estas imágenes” que pudo sacar en la fotografía el hijo de Rosa: manos entrelazadas, temblando de emoción, transmitiéndole al maestro toda su energía, agradeciéndole su calidez, su no apuro.
Aunque había personas que no interpretaron el momento sublime que ellos Vivian y todo el tiempo que esperaron para estar con él y le gritaban al maestro; “apúrate que esta el taxi” por suerte él no escucho. Solo tenía ojos para ellos, que me dijeron respetuosamente: “decime como esta, donde está sentado, háblale y yo me guio por donde viene la voz de él, así me agacho para que el sienta que lo miro a los ojos” (Rosario; yo estoy ahí en la imagen al lado sosteniéndola, porque temblaba como una hoja)
Estoy segura que cada una de las personas, que fueron durante este mes a verlo, a apreciar su carisma, a escuchar con el corazón en la mano, se fueron en parte de su vida transformados por la simpleza y profundidad de compartir sus experiencias de vida, narradas con fina ironía, con intenso amor hacia el otro, con su reconocido buen humor e hidalguía de un titulo que pocos pueden llegar a alcanzar en este tránsito por la vida: Facundo sos el hombre bueno, llegaste y superaste ese anhelo que dijiste, clamaste y todos te acompañamos en tu ultima canción del viernes: “este es el nuevo día: dejare el espejo para llegar por fin a ser el hombre bueno” “ para cantar, para reír , para volver a ser feliz”””””. Ese instante fue de verdadera comunión gozosa. Conmovedora.
Quiero destacar además la compañía de esa noche de una admirada y a veces por algunos muy criticada, pero hermosa mujer e inteligentísima periodista argentina, congruente con sus ideales : Liliana López Foresi, su calidez, su admiración y amor dedicado al gran terapeuta de alma: gracias enormes Facundo Cabral!!!!!
Permítanme decir por ultimo y decirle al maestro que si lo esperamos y lo esperan un grupo más grande de no videntes en la institución donde trabajo, prometió ir ya que muchos otros que lo admiran no pueden trasladarse por muchos factores y que ruegan por su pronta recuperación , como todos les dijeron ese día : por favor: no te rindas corazón, (de Rafael Amor por Mercedes Sosa) te acompañamos en esta lucha, percibí tu dolor físico, al extremo, tu esfuerzo, pero los armonizas amorosamente con tu entrega sin par que te alivia, que te calma, hacia quienes das lo mejor de vos: todos los que fuimos a escucharte. Gracias!!!!!!!!!
Y a todos los que leen este texto también. Ya les hare llegar las impresiones de cada uno de ellos si Uds. me lo permiten.
En nombre de Rosario, Olga, Rosa, Antonio, Graciana, Silvina y yo. Que Dios los bendiga siempre un abrazo apretadito a todos y el agradecimiento más sincero.