D e pronto, he notado que el paso del tiempo y lo poco que he alcanzado están relacionados. Que el dolor de cabeza de la mañana junto con las lágrimas de la noche, tienen un patrón similar. Mi vida, hasta hace poco, dependía de lo que los demás “dispusieran” de mí. Estar a merced de hombres, padres, jefes, amigos y amigas es una tortura pura. La gran verdad de la vida, es que casi todas las personas se acercan con algún interés, esperando algo a cambio de ti, y pocas veces son sinceras, o como yo quisiera, como me gustaría que fueran. 
Las amigas, esperan comprensión, apoyo, ser escuchadas y ayudadas en osadías con gran grado de complicación. Los hombres, ser amados, entendidos, mimados, y por supuesto que una se haga de la vista gorda cuando se les descubre en algo ilegal. Todo ese círculo de relaciones, puede ser muy benéfico; las amigas, también proporcionan ayuda y comprensión, los hombres, dan un cariño muy bonito. Pero esa estadía de paz, de armonía y de sinergia se da después de mucho tiempo, de mucha convivencia.
Es triste que en el camino existan mil baches, muchos tormentos, pero me he dado cuenta que es inútil luchar. Hace poco, me tragaba de mala gana los sinsabores de una amistad que no sentía sincera, pasaba por alto lo que yo quería por tal de complacerlo a él, y llevarla “tranquila”. Los actores que formaban mi teatro tenían el control de los hilos de mi vida, y en un estira y afloja constante, traían mis emociones en una alti bajo constante. Ser tan transparente, y tan sensible, me trajo sólo dolores de cabeza.
Mi única obsesión en este momento, soy yo misma. Mi primer compromiso es sólo conmigo, la persona de mi vida soy sólo yo. A esto no se le puede llamar egocentrismo, sino a ser dueño de mis sentimientos y de mi destino.
En poco tiempo he madurado y espero llegar a ser muy pronto una mujer independiente. Una mujer que sólo sabe que cuenta con ella misma, que no depende de nadie más, ni económica ni emocionalmente.
La verdad es que sí, a él lo sigo amando. Lo amo de manera completa. Su imagen embruja mi mente, y su nombre me suena a paraíso. Pero él no está aquí, le he dicho adiós a mi amor por él. Sé que él está lejos, que ni se imagina de lo que pienso y siento, y francamente me da mucha pereza luchar, hablar, convencerlo y hacerlo dueño de mi corazón. Le deseo lo mejor, eso si, y ahora que de vez en cuando sé lo que le pasa, me siento contenta.
Alguna vez otro hombre me dijo “Isela, quiero ser sólo tu amigo, como si no existiera la diferencia entre tu y yo de ser yo un hombre y tu una mujer”. Yo te digo, querido amigo, que soy tu amiga de alma, de sentimiento. Si es posible ser amiga de un hombre, y ser solo eso, sin ni siquiera una vez recordar que me podría ser atraída a ti, es muy posible.
Aún así, ni el hombre que amaba, ni mis amigos, ni nadie, más que yo, controlo mis pensamientos. Las personas que entran mi vida, son una circunstancia, buena o mala, y mi bienestar no depende de su estadía o desaparición de mi vida. Hoy le he dicho adiós a los fantasmas del pasado, se siente muy bien quererme tanto a mi misma. |