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Autor: Antolín Castro Cortés
03/10/2017
TIBIEZA EN Y POR CATALUÑA

S

olo el delincuente prepara al detalle su fechoría, su comisión del delito. Por eso las cosas han salido como han salido. La policía y las leyes siempre van detrás, nunca delante.

Lo sucedido en Cataluña es buena prueba de ello. La presunción de inocencia, la buena fe, la confianza en los tribunales, el cogérsela con un papel de fumar, el creer que los malos se detendrán solo porque se lo dicte su conciencia es un craso error.

Los malos son malos por naturaleza y cuando se trata de hacer el mal hasta los tontos van por delante de los listos y de los reglamentistas.


Hasta este extremo hemos llegado. ¿Dónde está la cordura?

Toda una operación militar, perfectamente estudiada, se ha dado en Cataluña y los malos, sus gobernantes, que no han hecho otra cosa en estos últimos años, se salen con la suya. Mientras el gobierno español, su parlamento y la policía cumplían sus múltiples cometidos, el malo iba preparando minuciosa y maliciosamente el plan para el día D.

Para abortar todo de golpe, y no con escaramuzas de todo tipo, que han costado sudor y esfuerzo sin que se cumpla el objetivo de abortar el referéndum, había bastado con dar un golpe en la mesa, el artículo 155 de la Constitución, suspendida la Autonomía de Cataluña.

De un plumazo se les había quitado la Autonomía, la grande y la individual de cada ciudadano perverso. Adiós a los planes previstos.

La escenificación de las urnas, por esperpénticas y grotescas que hayan sido, que lo son, les ha servido como la coartada perfecta, no para justificar lo que pretendían de proclamar, a través de la votación, la independencia; más aún, para hacerse los mártires ante el mundo.

El gobierno de Rajoy ha tenido, y tiene, la misma tibieza que los mossos, hace como que hace, pero no hace nada por impedir este atropello a la legalidad. 

Tibieza, mucha y pre calculada, la de Pedro Sánchez, atando constantemente de pies y manos al gobierno para que no haga nada o censurarle lo que hace (había que haberle dejado la gestión a él, que ya fue capaz de incendiar el PSOE con sus habilidades y llenar las calles de violentos exaltados). Como para confiar en los métodos del tal Sánchez.

Menos tibio, quizá por sentir y vivir el problema en directo, en sus propias carnes, Albert Rivera, quien ya no duda para nada en el 155, ese que hasta hace unos pocos días era impronunciable. 

No estaría de más recordar que los anteriores gobiernos fueron dando alas a estos iluminados catalanes, socialistas y populares, y que de aquellos barros vienen estos lodos. La tibieza de muchos nos ha llevado hasta aquí. Adoctrinados en las escuelas, los adultos del futuro serán todavía mucho más radicales, dejará de haber oriundos de Andalucía, Murcia o Extremadura entre los ciudadanos de Cataluña y ya serán todos hijos de Pu… jol.

Tibieza con ese tal Piqué, con el Barcelona... Las posiciones si se tienen han de mantenerse y si España no es su feudo, pues que se vayan o se les echa. Pero no, también se les deja merodear por aquello del que dirán… Lo ven, todo tibieza.

P.D. No he querido hacer más extenso mi parecer y tampoco me ha hecho falta utilizar ni un solo insulto, ni palabra gruesa, para que quede claro lo decepcionado que estoy, que estamos los españoles.

 
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