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Autor: Diego Millán García
17/03/2017
SOLIDARIDAD

S

olidaridad desarrollada a través de miles de Proyectos contra el Hambre en el mundo por parte de la ONG católica Manos Unidas, que tanto bien hace a favor de la Justicia y de un reparto justo de los bienes y riquezas en este mundo donde sobra comida en abundancia como para alimentar a toda la población de nuestro planeta.

Porque no es un problema de comida, sino de mal reparto, distribución y acceso a dichos alimentos. ¡Qué impresionante cantidad de Voluntarios que dan su tiempo y capacidades para ayudar allí donde se les necesite, en Manos Unidas, en Cáritas, con enfermos (cuyo Día Mundial se celebró en Enero) y en tantas y tantas ONGs que desde ámbitos y sectores diferentes intentan hacer de esta tierra un lugar con más justicia, igualdad, libertad y paz.

Como la lucha realizan muchas personas por visibilizar, concienciar y buscar que se pongan más medios en la investigación de las llamadas Enfermedades Raras o en la Lucha contra el Cáncer.  Pero también es verdad que también otros seres humanos muestran su lado oscuro de la violencia y de la corrupción, algo que desgraciadamente ocupa casi a diario la actualidad de España.

Demasiadas mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas, 20 en lo que llevamos de 2017. Demasiados casos de corrupción que tienen a los Tribunales a pleno rendimiento, casos que abarcan a todas las formaciones políticas y a diferentes estamentos económicos o sociales. Incluso han llevado al banquillo de los acusados a la Infanta Cristina, hija menor de los Reyes eméritos Juan Carlos y Sofía, y a otros muchos dirigentes políticos, sindicales, bancarios, sobre todo de Comunidades Autónomas, como Cataluña, Andalucía (cuyo Día se celebró el 28 de Febrero y cuya presidenta Susana Díaz está decidida a presentarse como candidata a presidir el Partido Socialista Obrero Español), Madrid, Valencia y Baleares.

Menos mal que siempre nos queda la cultura, al menos para mí es un oasis en el trasiego de los días y las dificultades y sombras de la vida. Junto con el cine y la conversación apacible con amigos o los muchos momentos de paz interior que encuentro en la oración personal y comunitaria, o la alegría que me produce mi vocación de educador y de sacerdote, mis visitas culturales a museos y exposiciones, que en Madrid son abundantes y de primerísimo nivel, o a ciudades que nos trasladan a la historia de otros tiempos y nos sumergen en una atmósfera mágica que nos relaja y conmueve, son bocanadas oxigenantes de belleza para los ojos, la mente y el espíritu, como los es el amor para el corazón (el día 14 de Febrero recordamos que debemos estar siempre en-amor-ados: de la vida, de nuestra profesión, de nuestra pareja, de nuestros amigos, de nuestra familia, de Dios).

Y entre las exposiciones me quedo con dos del Caixa Forum: la dedicada al famoso fotógrafo del siglo XX, y de las estrellas de Hollywood, Philippe Halsman y al pintor catalán, polifacético y modernista, Ramón Casas; dos del museo Thyseen: la de las obras maestras del Bellas Artes de Budapest y la dedicada a las joyas de Bulgari, una auténtica maravilla de retrospectiva que combinaba las impresionantes joyas, la ciudad de Roma, en cuyos monumentos se inspiró, la música, varias obras de arte y el suave olor del perfume de la famosa casa de joyas italiana; y la recoleta y hermosa exposición del gran pintor impresionista español Joaquín Sorolla con preciosos y luminosos cuadros de su etapa parisina. Junto a este banquete de color y de belleza, tuve tiempo para mostrar a cuatro amigos dominicanos, el encantado de dos ciudades Patrimonio de la Humanidad cercanas a Madrid, Segovia con su milenario acueducto romano y la huella de San Juan de la Cruz, y Ávila con su impresionante muralla medieval y la permanente presencia de la gran Santa Teresa de Jesús.   

Termino ya con mis mejores deseos de felicidad y bienestar, no sólo físico sino psicológico y espiritual. Hemos comenzado los cristianos el tiempo de Cuaresma, cuarenta días para reflexionar y pensar qué debemos enmendar y enderezar en el rumbo de nuestra vida, muchas veces inmersa en una vorágine de activismo y dispersión que nos provoca a menudo episodios de estrés, cansancio y ansiedad.

Nos recomienda, no sólo la Iglesia, sino médicos y psicólogos que debemos parar, sosegarnos, desconectar más a menudo de los móviles, los watsap, los juegos virtuales, las redes sociales (nos están avisando del peligro de subir a la nube tantos datos y fotos personales que son usados y espiados, informaciones que van saliendo a la luz por las sucesivas filtraciones del famoso sitio wb WikiLeaks, fundado por Julián Asange, todavía hoy refugiado en la embajada de Ecuador en Londres), recuperar el ritmo del tiempo y equilibrar todas las dimensiones de nuestra existencia cotidiana, teniendo espacios y tiempos para dedicar a la familia, a los amigos, a la naturaleza, a nuestro propio interior, a Dios.

Oración, ayuno y solidaridad son los tres ejes sobre los que debe pivotar este tiempo espiritual. Y curiosamente son tres elementos que hoy son valorados no sólo desde la religión, sino desde dimensiones variadas como la dietética, el yoga, la autoayuda, los spas, el silencio, la meditación y la agradable sensación de sentirnos útiles para los demás.  

El propio Papa Francisco ha escrito una preciosa carta cuaresmal para hacernos caer en la cuenta, siguiendo la parábola del rico y el pobre Lázaro, de la multitud de seres humanos que sufren al lado de nuestra mesa del bienestar y del consumo, cerca y lejos de nosotros: la guerra de Siria; el genocidio que se está cometiendo por parte de la Birmania budista con la minoría musulmana Rohingya, grave asunto sobre el que todavía no se ha pronunciado la Nobel de la Paz birmana Aung Sang Suu Kiy; la violencia contra las mujeres y la explotación y discriminación social, laboral y sexual que sufren en todo el mundo, como nos ha recordado el Día Internacional de la Mujer (8 de Marzo); la persecución de los cristianos en diversos países del mundo; el hambruna terrible que se cierne sobre el Cuerno de África; el drama constante de inmigrantes y refugiados en ese cementerio en que se ha convertido el mar Mediterráneo; y tantos y tantos dramas que recorren el planeta ante la indiferencia de las grandes potencias, más preocupadas de blindar sus fronteras o engrosar su negocio de las armas, antes que desarrollar programas eficaces de solidaridad y de apoyo real y efectivo a los países y personas que están en riesgo de muerte o de extrema pobreza.  

Así que te animo y me animo a aprovechar este tiempo de conversión y de generosidad, de oración y de compasión, de ayuno y de compartir, de firmeza y de alegría, de perdón y de misericordia. No dejes de dedicar algún momento del día o de la semana para tener tiempo para ti, para estar a solas, para hacer silencio, para aprender a escuchar, para valorar la vida, la salud y tantas cosas y personas hermosas y buenas que te rodean.

No olvides que ese tiempo es una excelente inversión en salud y en felicidad. Realiza si puedes alguna experiencia espiritual del tipo que sea y alguna acción solidaria que te haga abrir los ojos a tantos Lázaros que nos piden simplemente que compartamos con ellos lo que se nos ha dado para todos, no para unos pocos privilegiados. 

Cuenta con mi oración, cariño y amistad. Si no te escribo antes, desde ahora deseo que disfrutes de la Semana Santa y la vivas también, aparte de como un tiempo de descanso, ocio o familia, como un tiempo espiritual que repare tus fuerzas y te ponga las pilas de la vida, de la bondad,  de la ilusión, de la fe y de la alegría. 

 
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