P ara Facundo Cabral, que nos enseña a ser más libres y felices y nos ayuda a través de su bondad, capacidad infinita y sabiduría con las mejores medicinas para el alma.
Cuentan las Sagradas Escrituras que hace más de dos mil años, Dios encarnó a su hijo para salvar a los hombres. Según se narra, por aquel entonces, el mundo –tal como hoy- estaba inmerso en toda clase de miserias por culpa de la debilidad de de los humanos. El mensaje que para la salvación del mundo traía el hijo de Dios, se resume en una sola palabra: AMOR. Pero los poderes fácticos de aquella época y la indiferencia de todos, mataron al Mensajero. No interesaba el anuncio del hijo de Dios, pues amor es entrega, servicio y desinterés. Los más poderosos hubieran tenido que desposeerse de su poder y riquezas, tendría que haber desaparecido la esclavitud, la necesidad, el hambre, la avaricia, el odio, la envidia, el egoísmo, las guerras, la desigualdad, la injusticia… No convenía el mensaje del Hijo del Mesías y le mataron. Hoy por hoy, en esta sociedad, estructuralmente parecida a la de hace dos mil años, hubiera ocurrido lo mismo, no me cabe ni la más mínima de las dudas.  Hermoso texto de Felipe Medina al que regala a Cabral.
Con toda probabilidad, el mensaje que anunciaba el hijo de Cristo, de haberlo llevado los hombres hasta sus últimas consecuencias, nos hubiera reportado ser más libres y felices. Hasta tal punto, que muchas de las enfermedades que al día de hoy, se han convertido en pandemia, estarían erradicadas o tendríamos a nuestro alcance las herramientas para poder curarlas. Más concretamente, me estoy refiriendo al cáncer, enfermedad con la que estoy especialmente sensibilizado.
Es muy posible que, si la solidaridad de los hombres se desarrollase en el amplio sentido de la expresión, el tremendo sufrimiento de muchos enfermos oncológicos y el de sus familiares, podría evitarse. Se asegura a través de multitud de denuncias por científicos y médicos que el reto para la sanación del cáncer esta casi del todo superado, pero la todopoderosa industria farmacéutica mantiene blindados los tratamientos que paliarían tanto sufrimiento. Por sorprendente que parezca, la vil y cruda realidad indica que, no interesa materializar la investigación que durante décadas se ha desarrollado para paliar el cáncer. A través de los casi inservibles tratamientos que se desarrollan en la actualidad con los enfermos de cáncer, la industria farmacéutica amasa ingentes dividendos, por lo que podríamos manifestar abiertamente que esta enfermedad es, hoy por hoy un genocidio en toda regla.
Se podrían poner algunos ejemplos en torno a otras maniobras de la industria farmacéutica que nos orienten en torno a la actuación y crimen que se esta desarrollando por los todopoderosos. Hace algunas décadas, varios científicos descubrieron la vacuna contra la caries, sin embargo, no fue consentida su utilización por obvios intereses mercantiles. Otra muestra de la actuación criminal de los consentidores de este manifiesto genocidio es la propia enfermedad del S.I.D.A. Se trata de una afección relativamente nueva, además de complicada de paliar, probablemente tanto o más que el cáncer, sin embargo, es una enfermedad infecto-contagiosa y urgía imperiosamente poner los medios para atajarla, aunque eso si, a la poderosa industria farmaca le interese mantenerla como enfermedad crónica para que millones de enfermos continúen dependiendo de sus productos.
En base a las denuncias formuladas por diferentes profesionales en torno a la realidad del cáncer y la mafia generada para proteger meros intereses económicos, se han llegado a producir extorsiones, amenazas e incluso asesinatos solapados. Por no ir más lejos, en España nos encontramos con dos casos recientes: el primero es la historia de una conspiración llevada a cabo en el año 2002 y tramada contra los laboratorios donde se fabricaba un producto antitumoral que se llamaba bio-bac y que tenía contrastadas propiedades terapéuticas. Tras el cierre de los laboratorios y la prohibición de comercialización de bio-bac, miles de españoles se desesperaban ante la impotencia de saber que sus vidas o las de un familiar cercano se encontraban en peligro tras la retirada de un producto que se mostraba totalmente eficaz ante algunas patologías cancerígenas. Las manifestaciones, escándalos y aparición de la noticia en todos los medios de comunicación, no sirvió para nada.
El otro caso, esta fechado en torno a 2005. Se trata del español Antonio Brú, doctor en física y conocido por sus controvertidas investigaciones que afirman que el cáncer avanzado se puede tratar y remitir con dosis de Neupogen. El doctor Brú, recibió multitud de ataques mediáticos. El propio investigador advertía que la industria farmacéutica no querría perder los beneficios que reportarían los tratamientos convencionales y haría todo lo posible para excluirle de toda actuación. Incluso la propia Sociedad Española de Oncología Medica y la Asociación Española Contra el Cáncer, vertieron duras críticas contra la propuesta terapéutica del Dr. Brú, hasta que este, fue arrinconado y advertido de que cesase en sus actuaciones científicas, conferencias, ruedas de prensa y todo tipo de manifestaciones en pos de la investigación para curar el cáncer.
No tengo más espacio para continuar discerniendo en torno a una desgracia que no nos debe resultar indiferente a nadie, eso si, a través de mi querida Voz del Tajo, continuare en otras ocasiones esgrimiendo mi pluma en mi personal y modestísima cruzada contra la pandemia del cáncer, un genocidio que, a estas alturas, solo una verdadera y comprometida revolución de AMOR, podría paliar. |