L a mente debe estar atenta y el corazón abierto para no perdernos las bellezas que nos acerca la vida a cada instante, y en esa entrega recuperamos la inocencia, el asombro que absorbe toda la energía del universo, entonces estamos totalmente vivos para vivenciar la totalidad, para saber, por ejemplo, que somos uno con Dios porque somos parte de Dios, entonces lo empezamos a ver, a tocar y oír en todas las cosas (mi tranquilidad es el resultado de tanto viaje dentro de mí mismo, mi voluntad ya no se opone a la Naturaleza).
 No acepto ningún tipo de dependencia, sea la familia, la Iglesia, el Estado, el nacionalismo, las clases sociales o la tradición, voy a los demás y los respeto por amor, nunca por costumbre u obligación (soy enemigo de los que tienen enemigos), escucho a mi conciencia, por eso no necesito leyes. Yo mismo construiré la casa donde esperaré la hora de la mudanza que algunos llaman muerte, si es que no me alcanza en algún camino del mundo, como construyo mis canciones, y comeré solamente lo que me alcance la Naturaleza.
Todo lo que hacemos con nuestras manos es superfluo, y lo comprobaremos a la larga o a la corta. A menos dependemos de lo exterior más cerca de la libertad, es decir más cerca de la plenitud, es decir en el centro de la vida. Cuando somos responsables no necesitamos libros ni maestros para nuestros hijos porque los educamos nosotros mismos al meterlos de lleno en la vida que siempre nos exige ser nosotros mismos, de lo contrario no apreciaremos sus dones (no se puede adquirir conocimiento si antes no adquirimos carácter, autoconocimiento). La mayoría busca tecnología del primer mundo, yo la leche y la miel que nos prometió Dios. El que encontró su riqueza interior no necesita nada más, por eso está a salvo del político y del mercader, por eso no tiene precio (no se puede comprar lo que no está en venta).
La austeridad, si es una elección, es una manera esencial de la aristocracia y un modo saludable de sobrevivencia porque en un terremoto tiene más chance de salvarse una hormiga que un elefante, por eso desaparecieron todas las potencias pero la India siempre estuvo en el mismo lugar porque sólo lo que sube caerá, pasarán los siglos y seguirá donde siempre estuvo (ese es el mensaje de la India al mundo: aceptar el lugar donde te puso Dios, por eso América volverá a ser de los indígenas).
No existe un capital mayor que ser uno mismo, y para ser uno mismo hay que estar atento, no distraerse con las cosas que esclavizan a la mayoría ni meterse en la vida de los demás, que es lo que los autoriza a meterse en la de uno. La vida es una tarea, por eso no creo ni en el proselitismo ni en la estadística, cada uno debe cuidar su árbol para que el bosque sea maravilloso. El cambio comienza en nosotros mismos, por eso la única influencia saludable es la que nos acerca a nosotros mismos.La paz no está al final de la guerra sino dentro de uno y ahora mismo.
La Tierra es parte del Cielo, por eso el paraíso puede ser aquí y ahora, y eso depende de nosotros. No vinimos a enfrentarnos sino a encontrarnos para confirmar la fiesta que es la vida, por eso el verdadero bienestar social no depende de la economía sino de la salud y la alegría de cada individuo, del equilibrio y la paz (el dinero llegará por añadidura).
El universo se recrea a cada instante, por eso debemos estar atentos a los cambios que propone la vida, ese es nuestro primer deber, observar con la cabeza y los cinco sentidos, ver ahora mismo todo lo que sucede dentro y fuera nuestro para despertar a la sensibilidad que siempre nos enriquecerá.
Después debemos ir más allá de lo conocido, al silencio que nuestra mente desconoce, a la tranquilidad donde ocurre todo, a la plenitud que es la paz, al nuevo nacimiento, pero el de arriba, algo inevitable pero sereno, un viaje apacible hacia la luz, pero estamos tan ocupados que no oímos la invitación, hemos llegado a un punto tan peligroso que ya no nos podemos dar el lujo de seguir distraídos con todo lo que trae conflicto, ya no podemos seguir encadenados al pasado, ahora mismo debemos liberarnos hasta de nuestros parientes si no quieren acompañarnos a la totalidad donde la música del silencio es para siempre, pero todavía nuestra limitada mente no puede imaginar cuánta energía y alegría hay en lo que seremos.
 Pronto se acabará la noche y se juntarán el Cielo y la Tierra, y nuestro deber es estar listos para la promesa, y para eso debemos agotar el odio, el miedo y la tristeza que provoca el egoísmo, sólo así podremos entrar a la silenciosa contemplación donde el sufrimiento desaparece al dejarnos invadir por las alegrías del universo del que somos parte (en el escenario escucho muy cerca la voz de la inmortalidad, y es porque ahí mi cabeza y mi cuerpo se someten a mi espíritu, que es lo que soy para siempre).
La causa del sufrimiento de la gente es el deseo, la voluntad que se opone a la Naturaleza, y la raíz de la enfermedad es un involuntario estado mental, no se da cuenta de que se mueve en una sociedad de meras convenciones, que sus ideales y sentimientos y pensamientos y actos son determinados por ellas, por eso pocos saben quiénes son, por eso la mayoría confunde las cosas con la idea que tiene de ellas, cree que son lo que representan, por eso ve al gobernador, no al hombre, por eso ve a la psicoanalista, no a la mujer.
Estas ilusiones, suicidas y homicidas, están arraigadas en la conciencia de la gente y en sus actitudes, no se da cuenta de que son creaciones de la mente, esquemas convencionales y voluntarios de ver a la vida, de comportarse y de juzgar, por ignorancia acepta sin objeción, ni siquiera sospecha que puede haber otras maneras, otros caminos, y este error es la causa de todos los sufrimientos, del estado de malestar permanente.
La gente está atrapada en las tragedias y las comedias que ha confundido con la realidad, y esto limita sus sentidos, calla su percepción, la separa de la intuición donde todos sabemos todo, entonces, aburrida y hastiada, se suicida yendo al pasado que ya no es o se vuela al futuro que nunca será, lo que aumenta su desilusión y su desdicha, que vienen de muy atrás, de antiguas órdenes que pocos se animan a desobedecer (¿cómo se puede vivir el presente, que es lo único real, si todo está determinado por el pasado?). |