C uando las olimpiadas de Los Ángeles, el alcalde para limpiar la ciudad, metió a las prostitutas en tres o cuatro aviones y las mandó a Hawái. Esto es cierto. Me imagino la sorpresa de los Hawaianos con semejante regalo. Putas cayendo del cielo.
Me imagino la sorpresa de las putas por esas vacaciones pagadas. Habrán pensado: “Cómo progresa este país, ahora somos invitadas del estado”. ¡Carajo si hubieran mandado un avión de esos a mi pueblo cuando yo sufría los años de la adolescencia!
En mi pueblo no era difícil hacer el amor, era milagroso, había gente que se casaba para hacerlo, pero yo no pensaba pagar tan alto precio.Para colmo nadie hablaba de sexo, no me pude enterar jamás como era. Salía de noche a las calles tratando de ver por alguna ventana si podía ver algo, pero en esa época la gente hacia el amor con la luz apagada; pegaba el oído a las ventanas a ver si oía algo, pero no oía nada, porque en esa época se hacía el amor en silencio. Pensé "con la luz apagada y en silencio, esto no debe de ser la gran cosa, no sé porque tiene tanto prestigio esta cuestión”.
Además era yo inmensamente introvertido, entonces lo que no sabía hablar, cuando me gustaba una muchacha pues me le tiraba encima y por supuesto que me iba mal. Mis amigos me decían:- Así no, animal....hay que hablarles…
- ¿Y hablarles de qué?
-Hay que hablarles de las estrellas, de la luna, de Neruda...
Pero yo ni sabía de qué hablar, ni podía esperar más.
Menos mal que en mi pueblo había una muchacha a la que todos queríamos mucho, bueno, casi todos. Le decíamos la "cardo seco", porque se encendía en seguida. Tenía su casita frente a los cuarteles para tener a los clientes cerca. Había pintado su casa con los colores de la bandera Argentina, se sentía una patriota. Y de alguna manera lo era; por lo menos hizo mucho más por nosotros que la mayoría de los políticos. Hizo mucho más por nosotros!
"Usted se queja de la cardo seco", le decía al padre Javier, "Se queja pero la cardo seco ha hecho más por los cristianos que usted", y él me decía: "Sí, por los cristianos machos".
Le digo: "Usted le critica, pero a ver si se pondría en su lugar”.
Y me daba la razón.
Yo no sabía cómo hacer para acercarme a ella, hasta que un día tome valor, me acerque y le dije:
-Cardo seco.
-¿Qué querés?
-¿Le puedo pedir un favor?
-Si puedo….
-¿Podemos hacer el amor?
-¿Tienes dinero?
Esa fue la primera versión que yo tuve del amor.
Pensé ¿Cómo harán los pobres? Pero al final me hice amigo de la cardo seco y no me cobraba.
Con ella empecé a aprender los hermosos juegos del amor. Evidenciaba aquello que decía mi abuela: “Amaos los unos sobre los otros”.
Al final sucedió lo que tenía que suceder, me enamore de la cardo seco. La quería para mí solo. Ella me decía: "No puedo mi amor, yo me debo a la humanidad; lo mío es como un apostolado, es como el Papa pero de otra manera".
Pero vean ustedes, qué maravilla; San Juan decía: “hasta de la basura el Señor puede sacar un hombre”. Y no estoy diciendo con esto que la cardo seco o sus colegas sean una basura. Pero así fue.
Simón, un viejecito amigo, que a los 52 años había renunciado a la vida social y andaba caminando por ahí viviendo de lo que la providencia le acercara…Simón me decía: “me conmueve cuando me contás cosas de la cardo seco porque me hace recordar a la María Magdalena”.
Y yo no sabía quién había sido la María Magdalena. Y tratando de averiguar quién había sido la María Magdalena, empecé a conocer al hijo del carpintero de Belén que transformó mi vida en una fiesta, y esto fue gracias a la cardo seco. Así de fácil. Hace poco fui a cantar a mi pueblo, estaba ella allí en la primera fila. Ella tiene como 60 años y está gorda. Se casó. Y yo lo miraba al marido… no lo podía dejar de mirar… pensaba: “éste se debe colgar el sombrero”
Levanto la voz en Italia pero hago silencio en la India, en la India del Mahatma Gandhi que alguna vez dijo: “Dicen que soy un héroe, yo, tímido casi cobarde, pequeño, débil… si a pesar de lo poco que soy pude hacer lo que hice, ¡qué no podrán hacer ustedes!”… juntos…
Porque soy y vivo en el presente que es todo lo que hay. Porque estoy hecho de sueños, de vacío, de vino y de trigo me llaman el hombre. Es cierto que soy polvo, pero polvo sagrado.
Yo, aunque tú sabes, mi Señor, que cuando digo “yo soy” estoy diciendo “tú eres”. Invicto, innombrable, altísimo Señor.
No te preocupes por el pan nuestro de cada día porque eso es cosa nuestra, para eso somos hombres. Pero no nos dejes en el sueño de cada noche porque sin él nada somos nosotros.
Que tal vez solo seamos un sueño que Tú sueñas, amado Señor. |