H asta altas horas de la madrugada estuvo Sara revisando el correo. Había recibido muchas misivas de sus lectores que, al ver que su página no se actualizaba estaban todos bastante inquietos.
En la vida, al final, todo se torna costumbre y, al respecto, Sara no era una excepción por lo que, cada semana, y de forma regular, actualizaba su página con sus ensayos. Ella tenía ya, muchos seguidores en la Red. Era lógico puesto que, sus narraciones, a modo de vivencias calaban en lo más hondo de los corazones de sus lectores que, a sus palabras, las hacían suyas para reconfortarse a sí mismos dentro de sus almas.
Sara tenía la virtud de contar sus propias vivencias y sin tener que inventar nada, lo que ella escribía era dogma para muchos que, en realidad, así se lo hacían saber.
Ella sonreía mientras iba leyendo todos los correos de Gabriel que, le mostraba toda su extrañeza, ante su silencio. El hombre estaba preocupado, algo tan lógico como hermoso.
Sara se sentía culpable por su silencio. Pero fueron días de mucha angustia puesto su corazón y su vida, solo estuvieron pendientes de su hijo.
¿Qué hacer? Lo que en realidad ella hizo. Aunque sintió dolor y desasosiego por no haberle escrito antes a Gabriel, era ahora el momento para pedirle perdón y, ante todo, contarle lo que le había sucedido.
Claro que, a medida que iba leyendo los correos de aquel hombre se le partía el corazón; sus letras eran como lágrimas que derramaba por ella.
Sí, en realidad, Girón había forjado muchas ilusiones ante el encuentro que tenían planeado entre ellos en Caracas.
Gabriel, en calidad de editor se había ofrecido a Sara para publicarle su primera novela, un tema que ella tenía aparcado pero que, gracias al encuentro con este ser humano tan increíble, se había ilusionado ahora, al respecto.
Cuando Sara leyó el último de los correos que Gabriel le había escrito se le partió el corazón. Ella no daba crédito a todo lo que estaba leyendo. Se trataba de la más cruel verdad, que aquel hombre le estaba contando.
Y todo era muy cierto porque, para colmo, Sara, por televisión había visto alguna que otra escena muy dramática al respecto de Venezuela, pero son esas cosas que uno ve de lejos y que no quiere admitir como verdades. Pero, las letras de Girón voltearon el corazón de Sara. Las lágrimas se deslizaban por sus mejillas a medida que iba leyendo.
Cierto es que, tras lo leído, Sara se preguntaba qué hubiera sido de ella de haber ido a Venezuela en la fecha programada.
Decía Gabriel:
"Querida Sara:
En todos mis correos anteriores te decía que me moría por verte, que eras mi más grande ilusión pero, por Dios, ante las circunstancias que aquí se han desatado, te imploro que de momento no vengas. Como comprenderás, tengo roto el corazón al ponerte estas letras pero, tenemos que ceñirnos a la realidad, a la verdad de cuanto aquí está ocurriendo y, los hechos que aquí se han desatado, Sara, no son los más propicios para tu venida. Peligraría tu vida y eso me estremece nada más de pensarlo. A diario, querida mía, te cuento que se producen altercados entre los partidarios de Maduro y los opositores que son la gran mayoría del pueblo venezolano y, son ya varios los muertos que ha habido en Caracas debido a los enfrentamientos entre unos y otros. ¿Te imaginas que estuviera aquí y que una bala asesina pudiera matarte? De mi parte, te lo juro, me quitaría la vida. Me sentiría culpable ante ello. Sin conocerte es mucho el aprecio que tengo y, para ti, Sara querida, solo quiero lo mejor.
Hoy me siento roto por el dolor al tener que escribirte estas letras pero, no podía faltarte a la verdad y mucho menos esconderte la amarga situación que aquí estamos viviendo. Todo son barricadas, violencia al más alto nivel; incluso ha habido asesinatos. Estoy muy triste; primero porque anhelaba verte como teníamos previsto pero, Sara, los acontecimientos que aquí se han desatado llenos de violencia no aconsejan tu venida que, para colmo, hasta carecemos de víveres, de productos elementales para el sustento diario. El caos más inimaginable es el que vivimos ahora mismo en Venezuela, siendo el foco de encuentros con la violencia, nuestra capital, Caracas.
Te iré informando de cuando ocurra en este bendito país que, si Chávez lo dejó aniquilado, nuestros mandatarios actuales, en muy poquito tiempo dejarán todo como un solar desmantelado.
Un fuerte abrazo y un te quiero desde el alma.
Gabriel.” |