L as decisiones de Sara eran trascendentales en su empresa; de ella dependían muchas cosas, como por ejemplo, la contratación de nuevos empleados, debido que se encontraba, al frente de la llamada sección de recursos humanos; su humanismo destacado, naturalmente es el que permitió que, la dirección de la empresa, en sus más altas esferas, la vincularan a este cargo. Cosmeting-Land, S. A., es el nombre de la empresa multinacional en la que entrega, diariamente su trabajo y abnegación. En dicho lugar, le profesan un respeto desmesurado.
Era el caso que en aquellos días, tenían que contratar a otro vendedor y, en este caso, se pretendía que fuera vendedora; la empresa estaba formada por un cincuenta por ciento de mujeres y el otro de hombres. Tenía Sara que entrevistarse con un grupo de personas para la selección de quién fuese a ser una candidata para el empleo. Su día estuvo ocupadísimo; se entrevistó, por lo menos, con diez personas, quedando como candidata firme, la señorita Elena. Su intuición la había llevado por los senderos de la lógica, al pensar que Elena podría ser la candidata que la empresa precisaba. 
- ¿Qué te ha impulsado a presentar tu oferta de trabajo? - preguntó Sara a su interlocutora – -Mis ganas de ser alguien en la vida y, ante todo, tras haber investigado, la forma con la que trabaja esta empresa, señora Sara. Es más, conozco a varias personas que aquí trabajan y todas me han dado unas referencias fantásticas, tanto de la empresa como de usted; y, vender me apasiona. Creo que soy muy buena con las ventas y las “relaciones públicas” y saberme vendedora me llena de gozo; ahora bien, se que lo que digo, lo tendré que demostrar ante ustedes, con hechos; si en verdad, merezco el honor de que usted me contrate.
-Lo que dices, Elena, es lo que yo había intuido en la primera conversación que hemos tenido antes que quedaras seleccionada para este puesto de trabajo –así se explicaba Sara- Como quiera que la intuición jamás me ha fallado, creo estar hallando contigo a la persona que necesitamos. Te haremos un contrato de un año y te ocuparás de las ventas vía Internet; al margen de la cartera de clientes que ya tenemos, tendrás que buscar nuevos puntos de venta puesto que, como sabes, nuestra empresa está en expansión; nuestras ventas actuales, aumentaron un cincuenta por ciento, respecto del mismo período, del pasado año y de tal manera queremos seguir progresando; tienes un reto complicado, amiga; pero muy apasionante a la vez. Si como dices, amas vender y logras enamorarte de este trabajo, el éxito será tuyo; no tendrás trabas de ningún tipo y serás autónoma en tus decisiones; a mí sólo tendrás que ofrecerme resultados que, a no dudar, para el logro de los mismos te siento muy capaz. Esta es tu casa, amiga. 
La palabra “amiga“, pronunciada en la persona de Sara, ilusionó por completo a Elena. Era su primera entrevista de trabajo y habiendo sido seleccionada entre otros candidatos se encontraba más que feliz y, lo que es mejor, emocionada; la señora Sara le había dado un tratamiento que ella jamás hubiera sospechado. Cuestión de simple humanismo nomás, puesto que, como Sara siempre decía, por encima de las empresas están las personas y, el caso de Elena no era, por lo tanto, ninguna excepción para ella. Hasta la fecha en todas las elecciones que Sara había tomado para la contratación de nuevos miembros para la empresa, el acierto había sido la norma. Posiblemente, cuestión de psicología e intuición por parte de Sara que, unidas a su humanismo, es decir, a lo que le dictaba el corazón . Y, éste nunca le falló al respecto.
Sara venía a demostrar con su claro ejemplo, el concepto de honradez, de dedicación hacia la empresa puesto que, gracias a la misma, desde hace ya tantos años su vida tenía sentido. Ella se sentía feliz y, esa dicha es la que contagiaba a cuantos le rodeaban; los compañeros de menor jerarquía laboral, le profesaban amistad y respeto, un par de valores complicados, que en su persona se tornan norma; siempre, desdichadamente, al “jefe” se lo ve como enemigo y Sara había logrado desmitificar dicho axioma.
El respeto que ella ofrecía a sus compañeros era el mismo que Cosmeting le entregaba a ella, razón de peso para el justo equilibrio entre unos y otros. Sara sabía que el éxito de la empresa no podía ser otro que el buen entendimiento entre unos y otros; es decir, la compenetración y respeto entre empresa y empleados. Buscar otros argumentos hubiera sido un dislate tremendo puesto que, por otros derroteros, el éxito jamás llega. El esfuerzo de toda empresa es inmenso, pero apenas sería nada si no contara con la complicidad de sus empleados que, al fin y a la postre forman una piña indisoluble que, a unos y a otros los aboca al éxito. Sara ponía amor en todo su quehacer y ese era el efecto causa que la llevaba hacia el más grande triunfo en la empresa. |